“LA JOVEN VANIDOSA”
Parecía un día cualquiera. Cuando
sonó el despertador tenía el mismo sueño y la misma pereza de siempre. Era un
día nublado. Fui al lavabo y al mirarme al espejo descubrí que tenía la cara
verde como un pimiento, intenté quitarme ese tono tan terrible de mi rostro,
pero no logré nada, que grité tan fuerte que los vecinos vinieron a ver qué es
lo que había pasado. Asustados, tocaron la puerta con energía, y gritaban mi
nombre preguntándome si estaba bien. Yo les decía que no había pasado nada, que
no se preocuparan, que estaba bien y que se fueran de mi casa; pero no me
creyeron porque pensaron que me estaban haciendo daño y me tenían amenazada. Entonces
comenzaron a golpear la puerta, y yo les gritaba que se fueran, que eran unos
vecinos chismosos. Pero aun así seguían golpeando la puerta con fuerza y pensé
que era con el fin de derribarla, porque hacía algunos días que encontraron a
una vecina muerta en su casa y sabían que yo estaba sola porque mi familia
había salido de viaje y yo decidí no ir porque iba a modelar para una revista.
Así que corrí a esconderme debajo
de la cama de mi hermana menor para que si lograban derribar la puerta, no me
vieran, y menos Mauricio, el vecino de alado, del que había estado enamorada
durante mucho tiempo. Mientras me preguntaba qué es lo que me había pasado en
el rostro, si acaso fue la mascarilla que me puse en la noche, la crema que me
apliqué en la mañana o el rubor con el que me maquillé en la tarde, sentí mi
pierna húmeda; sigilosamente levanté la pierna y vi que estaba manchada de
verde, fue en ese momento que descubrí que mi hermana Carolina había pintado mi
rostro en la noche. Levanté el bote y leí que era pintura permanente y comencé
a llorar. De repente, vi los pies de una persona que estaba entrando por la
ventana a la recámara de mi hermana, yo traté de no hacer ruido, pero esa
persona se agachó y vio mi rostro y yo vi el suyo, ¡era Mauricio! Al lado
Gritamos al mismo tiempo, por lo
tanto los vecinos le preguntaron que si todo estaba bien, él dijo entre risas
que sí, yo me enojé porque se estaba burlando de mi rostro verde. Sin salir,
les di las gracias a todos por preocuparse por mí y les pedí que se fueran porque
no quería que nadie me viera con mi pijama flácida, mi cara verde y mi cabello
enredado. Luego de que todos se fueron, continúe llorando. Mauricio no se quiso
ir, decidió quedarse conmigo y me dijo que no tenía por qué ocultarme, ya que
estaba hermosa, que para él siempre seré la más bella, no importando mi ropa,
mi cabello o i ncluso mi rostro. Mientras él limpiaba mis lágrimas me preguntó
que porqué lloraba, y yo le conté de la oportunidad que me había dado la
revista de modelar para ellos y que por una travesura de mi hermana la había
perdido.
Estuvimos platicando un buen
tiempo, y él me tomó de la mano y me besó. Sus labios quedaron color verde y
nos comenzamos a reír, nos tomamos varias fotos, fuimos a comprar helados y
luego salimos a conseguir algún líquido que me quitara la pintura de la cara y
de los labios de él. Muchas personas nos quedaban viendo, burlándose de
nosotros, pero a mí ya no me importaba tanto lo que estaba en mi exterior
porque había una persona que me amaba por mi interior. Luego de mucho buscar,
conseguimos un líquido que borró totalmente la pintura de mi rostro, lo besé de
nuevo y también se quitó la pintura de sus labios, además aproveché para
comprar una pintura roja permanente para mi hermana.
Mauricio me llevó al edificio
donde me citó el representante de la revista, me aceptaron, me tomaron algunas
fotos y todo salió como lo había soñado, aún mejor, porque tenía al hombre de
mi vida a mi lado. Luego me llevó a mi casa, me dio un beso de buenas noches y
él se fue a su recámara a dormir.
Me desperté con mucha energía al
día siguiente y comencé a arreglar mi casa, lo cual nunca hacía porque no
quería dañar mis uñas, pero eso ya no era importante. En la tarde, mientras
pensaba que por qué Mauricio no me había llamado, recibí un mensaje de él que
decía: mira por la ventana y luego respóndeme por medio de un mensaje, te
quiero. Corrí a ver y observé una lona grande que decía: ¿quieres ser mi novia?
Y yo le respondí: claro que sí. Cuando mis padres llegaron se sorprendieron de
que ya estaba despierta y que la casa estaba más arreglada que yo; los recibí muy
amablemente, en especial a mi hermana, la cual se quedó impactada porque yo
estaba actuando como si no había pasado nada malo; les di la bienvenida y les
dije que fueran a descansar porque habían de haber pasado un día muy largo en
el viaje, mientras todos fueron a dormir, yo entré al cuarto de mi hermana
menor y le pinté el rostro de color rojo y en el espejo de su recámara escribí:
“espero aprendas una lección como la que yo aprendí, te quiero”.
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